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Desde Villas Agrícolas a impartir justicia como juez en Nueva York
Written By sajoma36 on domingo, 27 de junio de 2010 | 11:14 p. m.
Nueva York.-Lo único más hermoso que una niña de 15 años son varias quinceañeras, y Vada Vázquez estaba entre las más bellas del barrio. Su cabeza era un hervidero de ideas, planes, sueños, ilusiones y muchas de las cosas que ocupan el pensamiento de quienes tienen toda la vida por delante.
Aquella tarde Vada, toda ella, caminaba con un amigo de la escuela a su casa, en El Bronx, compartiendo pensamientos sobre el futuro, cuando hizo un abrupto silencio.
Vada colapsó
Su sangre tiñó la acera. Viajando por los cielos de El Bronx, una bala perdida le dio en la cabeza. Y en el hospital Vada quedó en coma. La policía arrestó a los cinco alegados pandilleros que armaron la balacera.
“Tener a un inmigrante en una cámara tan importante demuestra la posición que hemos alcanzado”
Manuel Méndez, presidente de Cámara Civil en Corte Supema de Manhattan
Varios días después fue la audiencia. Familiares y amigos de Vada, aún en coma, junto a los amigos y familiares de los acusados, llenaron una sala de la Corte Criminal de El Bronx.
La fiscalía pedía prisión preventiva y la defensa libertad de los acusados. El juez ordenó prisión sin fianza para los implicados en la balacera callejera del 16 de noviembre del 2009 donde Vada fue baleada.
El magistrado que presidió la audiencia vino de Villas Agrícolas y administra justicia en Nueva York. Su madre, Zaida Olivero, salió de El Peñón, Barahona, y en la capital se casó con un operador de máquinas pesadas que murió cuando su hijo tenía un año. La viuda y el huérfano de nueve años llegaron a Nueva York buscando oportunidades. Hoy su hijo Manuel Méndez Olivero, por su historial de buen juicio en diferentes materias judiciales, fue promovido a presidir la Cámara Civil de la Corte Suprema de Manhattan.
Él juzga todas las demandas civiles millonarias en la ciudad de Nueva York.
“Tener a un inmigrante dominicano presidiendo una cámara tan importante demuestra la posición que hemos alcanzado los inmigrantes, no solo nuestros hijos, sino nosotros mismos”, dijo en entrevista con LISTÍN DIARIO.
El magistrado dominicano espera que todo esto incentive a la juventud dominicana y latina, porque pueden ver claramente que el esfuerzo y el trabajo tienen reconocimiento y recompensa.
Méndez Olivera precisa que su mayor satisfacción sería servirle de ejemplo e inspiración a la nueva generación.
El inmigrante dominicano está convencido de que no hay paz sin justicia. “La justicia es lo más importante que hay, porque regula la relación entre los integrantes de una nación”, comenta.
“Las guerras civiles se dan siempre porque una parte de la población considera que no hay justicia para ellos y deciden hacer su propia justicia”, reflexiona el juez dominicano que ha presidido varias cortes neoyorquinas, como la corte criminal de El Bronx, cuando Vada fue baleada. Ella retornó del coma y se recuperó, pero los pandilleros se quedaron en prisión. La forma como interpreta la ley para proteger a la ciudadanía es una de las razones principales que lo llevaron a la Corte Suprema.
El camino
En diciembre, Méndez Olivero fue designado administrativamente para cubrir una de varias vacantes dejadas por jubilaciones y ascensos de otros jueces.
Su carrera judicial comenzó en el 2003 cuando ganó las elecciones para juez de la Corte Civil. Esa posición la dejó vacante el juez dominicano Rolando Acosta, electo a la Corte Suprema en el 2002. En el 2007 Acosta fue ascendido al primer nivel de la Corte de Apelaciones.
En el sistema judicial neoyorquino, la Corte Suprema equivale al Juzgado de Primera Instancia del derecho napoleónico.
En su nueva posición, Méndez Olivero debe fallar anualmente unos 700 casos que envuelven sumas millonarias.
Méndez Olivero primero estudió administración de empresas y contabilidad, pero antes de tomar el examen para su licencia de contador público autorizado descubrió que meter números en cuadritos no era lo suyo.
Su pasión por la justicia lo forzó a un cambio de carrera, y en agosto de 1990 recibió su licencia para ejercer como abogado en los tribunales.
Comenzó trabajando con “Legal Aid”, una organización sin fines de lucro, ofreciendo asistencia jurídica a personas sin medios para cubrir las altísimas “costas” de los abogados estadounidenses (empiezan cobrando US$150 la hora).
Ahí representó a clientes de Rykers Island, la colonia penitenciaria más grande del mundo, una isla en las costas de Queens, donde funcionan más de 10 prisiones.
Luego Méndez Olivero representó reclusos de varias prisiones durante un año, en la cárcel de El Bronx.
Servicio Público
En 1992 estableció una clínica legal en la oficina del concejal Guillermo Linares.
A su escritorio en Manhattan llegaba gente de El Bronx, Brooklyn, Queens, Long Island y hasta del vecino estado de New Jersey.
Tras asesorar legalmente a varias organizaciones dominicanas sin fines de lucro, desarrolló un criterio sobre el servicio público bien claro y vertical. “Todo profesional tiene el deber de servirle a la comunidad donde ejerce su profesión, de lo contrario, se pierde lo profesional y se convierte en un mercader o mercenario”, sentencia.
“Se puede servir de muchas maneras, hablándole a la juventud, impartiendo cursos, consultas profesionales gratis a quienes no tienen con qué pagar, etc.
Yo decidí hacer todo lo que aquí enumero”, asegura Méndez Olivero.
En noviembre de este año presentará su candidatura en las elecciones y un triunfo significaría asegurar su posición en la Corte Suprema por los próximos 14 años.
Méndez Olivero y otros cinco jueces dominicanos ocupan hoy posiciones recorridas por la jueza Sonia Sotomayor, quien de los tribunales neoyorquinos llegó a la Suprema Corte de Justicia estadounidense.
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CREE EN APLICAR LA LEY A TODOS CON IGUALDAD
El juez dominicano Manuel Méndez Olivero considera que lo más importante en cualquier sociedad es la justicia, que el pueblo respete la ley y que la ley se aplique igual para todos, tanto a ricos como a pobres.
“El ciudadano común desobedece la ley si piensa que sólo se aplica en su contra. Debemos implantar el imperio de la ley, crear una cultura de la legalidad. Nadie debe creer que está por encima de la ley, solo porque tiene una posición económica, un cargo público o politico.
Es precisamente aplicándole la ley a los poderosos que se convence al ciudadano común de que la ley es igual para todos.
Estas son mis tres sugerencias básicas, son absolutamente personales. Es la opinión de Manuel Méndez, el inmigrante dominicano.
1) Debe haber un criterio de selección y admisión en la carrera jurídica. Admitir gente con una genuina pasión por la justicia y el derecho.
Las universidades deben unificar currículo, programas y duración, con credenciales definidas para acreditarse entre ellas, no abrirlo todo a la especulación.
2) Los jueces nunca, bajo ninguna circunstancia, deben reunirse a solas con una de las partes en litigio, deben invitar a la otra parte a que esté presente. No se debe dejar espacio ni siquiera a la apariencia de alguna parcialidad porque contamina el proceso. Nadie recién graduado debe entrar al sistema judicial. Se debe fijar un tiempo mínimo de ejercicio profesional, una especie de pasantía en el ejercicio de la profesión. Nadie aprende a juzgar en la escuela, debes tener experiencia para juzgar. Ningún médico recién graduado dirige hospitales.
3) Debe agilizarse el proceso civil y penal, los códigos deben ser actualizados, una demanda civil no debe tardar años en conocerse.
Eso empuja a las partes a la desesperación y hace que mucha gente tome la justicia en sus manos. Debe fijarse una edad o tiempo de servicio para poner a los jueces en retiro. Y ellos pueden aportar su experiencia al sistema dirigiendo arbitrajes y mediaciones para manejar casos que puedan resolverse sin necesidad de llegar a los tribunales”.
Fuente: Listin Diario
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