Valla busca condicionar la opinión pública para que acepte la reelección

SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- Publicada por el periódico Hoy, la foto de una valla gigante del presidente Leonel Fernández, colocada en varios puntos de la avenida 27 de Febrero, despertó temprano las más variadas conjeturas de los productores de programas radiales.

Los creadores de la valla juegan a enviar un mensaje mediante la combinación de cuatro elementos fundamentales: el propio presidente en actitud pensativa, el amanecer que le sirve de fondo, la bandera dominicana y la solitaria palabra “destino”.

Aunque posiblemente los ideadores de la valla pensaron en enviar un mensaje subliminal a la población, la intención es demasiado obvia: se busca significar que el presidente está predestinado a dirigir el país.

Si su destino es seguir gobernando, sobre lo cual la imagen sugiere que piensa, la campaña de “ablandamiento” de la opinión pública hay que comenzarla ahora. Esta propaganda es un paso más de los que ya se vienen dando de manera más discreta de quienes apuestan por la prolongación de Fernández en el poder.

Muchos de los que han conjeturado sobre el tema llaman la atención sobre el hecho de que la valla apareciera apenas dos días después de que Danilo Medina anunciara su decisión de buscar la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana en 2012.

Coincidencia o parte de un plan, uno de sus efectos es hacer pensar a la gente que con ella se responden las declaraciones de Medina, quien si bien no es el único declarado aspirante en el PLD, se beneficia frente al resto de un mayor reconocimiento público de su capacidad para disputar la candidatura por su organización.

Más concretamente, la propaganda afianza la percepción de que Fernández no descarta lanzarse a la búsqueda de otro período, aún si la Constitución de la que se proclama padre prohíbe la reelección consecutiva. Con mensajes como el que envía la valla se estaría buscando condicionar a la opinión pública para que acepte la permanencia de Fernández en el poder no como un hecho estrictamente político, sino como algo que se vincula con la inevitabilidad de lo sobrehumano.
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