Mucho le agradeceré que señale entre la
masacre de Salcedo y el rescate de San Francisco de Macorís cuál de esos
hechos protagonizados por miembros de la Policía Nacional considera
Usted como el peor.
La masacre horrorizó a los salcedenses y el “rescate” asombró a los
francomacorisanos. Los acontecimientos, me atrevo a decir, provocaron
sentimientos similares entre quienes posteriormente fuimos espectadores
de los mismos en los vídeos ampliamente difundidos en las redes
sociales.
La masacre arrojó un saldo de cinco civiles muertos y decenas de
heridos, golpeados y apresados, sin consecuencias disciplinarias. El
“rescate” del raso Marino Alfonso Torres, acusado de matar al ciudadano
Puro Enmanuel Díaz López, evacuó la cancelación de 28 oficiales y la
puesta en retiro del joven general Miguel Raúl de la Cruz Reyna por
“antigüedad en el servicio”.
Ambas acciones son repudiables y condenables, lo sé. Si le pido su
colaboración para que me señale la peor es porque la reacción oficial
fue de horror frente al rescate, aunque durante el mismo no se tiró ni
un cohetico chino, y ni se inmutó ante la masacre. Los hechos no han
sido medidos por los de arriba con la misma vara.
La jefatura de la policía, su comandante en jefe y distintas
autoridades y voceros del gobierno no han dado espacio a la duda para
indicarles a los uniformados, y al país además, la que a juicio de las
dos acciones fue la peor, la que ellos no están dispuestos a permitir
que se repita ni siquiera en la mente de quienes están bajo su mando.
No sé Usted, pero yo pienso que –hasta prueba en contrario— el
paquete de cancelaciones obedeció más a la forma ruidosa como se
produjo el “rescate” que al hecho de que el raso con una acusación
criminal sobre sus hombros fuera arrebatado de las manos del sistema
judicial.
Mire, en el fondo, los policías no hicieron nada distinto a lo que a
diario ven que sucede en sus cuarteles cuando cualquier jefecito que
tiene un puesto en el gobierno o en el congreso se presenta a buscar a
algún delincuente perteneciente a su familia o a su entorno amistoso que
ha sido detenido tras la comisión de un delito. Nunca he escuchado, y
posiblemente Usted tampoco, que por soltar a un delincuente atrapado in
fraganti el funcionario tal perdió su posición en el tren gubernamental.
Eso no se ha visto, y posiblemente no se verá nunca, porque con el
mágico “usted sabe quién soy yo” ningún funcionario tiene que hacer
bulla, como hicieron los policías en el trayecto de su cuartel a la
fiscalía para indicar que estaban dispuestos a todo para “rescatar” a su
compañero de unas manos que ellos saben que sueltan criminales de toda
laya mediante otros estímulos que por cuestión de sueldo ellos carecen.
Los policías “rescatadores” y sus superiores que permitieron la
acción se ganaron su cancelación, no voy a discutir eso. Lo que sí
cuestiono es que quienes protagonizaron la masacre de Salcedo y los
jefes que dieron la orden de ejecutarla permanezcan tan campantes y
quizás algunos ya estén ascendidos o en lista para ello por cumplir al
pie de la letra la orden de reprimir a la población dada por su
comandante en jefe.
Lo justo sería que quienes dieron muerte a cinco personas en Salcedo
estuvieran, presos como el raso Díaz López, y sus comandantes puestos en
retiro, como el general De la Cruz Reyna. Y que en lo adelante todo el
funcionario que vaya a un cuartel a soltar a un delincuente pierda su
cargo, pero, lamentablemente, en mi querido batey no se puede soñar con
justicia, por ahora.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
Por:Rafael Calderón. Periodista dominicano residente en Nueva York
Fuente: Diario Libre
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