Es cierto lo dicho por Leonel Fernández durante una de las paradas
para charlatanear con la prensa en su frenética carrera de
inauguraciones de los últimos días: él transformó de arriba hacia abajo a
la República Dominicana en sus dos ejercicios consecutivos al frente
del gobierno.
Tiene toda la razón para ufanarse, porque en nuestro querido batey ha
sido tradición que los presidentes que imponen su relección lo llegan a
controlar todo, nada se hace sin su disposición o anuencia. Este 16 de
agosto el país que pondrá en manos de su compañero Danilo Medina y su
esposa doña Margarita es un tres en uno: un Nueva York Chiquito, un
México Mediano y la Grecia del Caribe.
Al regocijarse de su obra, Leonel lo hace con conveniente humildad,
pues solo reivindica la parte que corresponde al hierro y el cemento, su
Nueva York Chiquito en el polígono central de la capital, el metro y
obras como la autopista de El Coral, que arrojó el fabuloso costo de
construcción de 222 millones de pesos por cada kilómetro, 222,000 pesos
por cada metro. Me pregunto si la pavimentaron con piedras preciosas.
Leonel no revindica la parte que se refiere al México Mediano, pero
en eso también se ha convertido el país bajo su presidencia, justo es
decirlo, con el fabuloso crecimiento del narcotráfico, con su secuela de
asesinatos múltiples como los ocurridos en Paya, en Santiago, en la
capital.
Tanto ha crecido que la DNCD se da el lujo de anunciar cosas como la
quema de siete toneladas de distintas drogas de un solo foetazo o el
cierre de unos 4,000 puntos para su venta de unos 40 mil que hay en el
país.
Además de que le sirvió al propio Leonel para justificar la
adquisición –a precio muy sobrevalorado— de ocho aviones Súper Tucanos
que religiosamente salen una vez al año a hacer piruetas los 27 de
febrero durante el tradicional desfile carnavalesco en el malecón.
Tampoco reivindica Leonel que en lo económico la República Dominicana
es la Grecia del Caribe. Eso se podrá apreciar tarde o temprano, porque
no es verdad que el dinero prestado continuará corriendo como río
caudaloso en el país.
Tampoco se jacta de haber violado a su antojo la Constitución y de su
resistencia inquebrantable frente al movimiento que propugna por la
entrega del 4% del producto interno bruto a la educación.
No dice nada de que en sus dos períodos consecutivos se quebraron
todas las marcas de naufragios fatales de dominicanos que huían del
progreso implantando por él para su gente.
No hay duda de que Leonel ha sido tímido reivindicando solo un
aspecto de su obra de gobierno. Y yo me quedo corto también con las
menciones que he hecho. Por hoy, me voy. Que Dios le llene de
bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
Fuente:7dias.com.do: Rafael Calderón. Periodista dominicano residente en Nueva York
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