SANTO DOMINGO. La confrontación en el Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) ha llegado a un punto muerto que no deja
espacio para que los sectores en conflicto cohabiten, por lo que la
fragmentación de la estructura sólo espera por los trámites
correspondientes.
Faltaría sólo determinar quién se alza con la mayor
tajada y, lo más importante, quién se queda con la "razón social"
llamada PRD, y con ella un nombre que resume un historial de
indiscutibles aportes a las mejores causas de este pueblo, y que en la
actual coyuntura de predominio de un solo partido, está llamada a jugar
un papel fundamental para garantizar el futuro en democracia de los
dominicanos.
Precisamente por esa necesaria función de balance y
equilibrio de la que los perredeístas parecen no estar enterados, es que
importantes sectores y personalidades han asumido la tarea de evitar
que se consume la división.
No es casualidad que, pese a los desplantes y las
acciones inapropiadas de las partes en pugna, las iglesias, con la
Católica a la cabeza, en la persona de su máxima autoridad, persistan en
lograr un acercamiento. Lo mismo pretenden grupos de la sociedad civil,
del empresariado y, en lo que ha sido considerado como un atrevimiento y
una injerencia, la Embajada de los Estados Unidos.
Empero, en ese ambiente de crispación y violencia,
cualquier esfuerzo conciliatorio parece encaminado al fracaso. En el
"buey que más jala" (¿?), hay gente que no come del mismo plato, ni se
puede mirar a la cara.
Se requeriría de enorme voluntad política y desinterés
personal en un partido en el que, más que diferencias políticas e
ideológicas; más que desacuerdos en la táctica o la estrategia, lo que
existe es una confrontación en la que la animosidad y apetencias
personales, motorizadas por intereses grupales, son las que marcan la
tónica.
Miguel tiene la llave… y también el candado
La única persona que podría abrir las puertas para que
haya una mediación y se cree una instancia de diálogo es Miguel Vargas. Y
no es porque sea una retranca.
El sector de Hipólito Mejía y todos los "subsectores" que
él arrastra, han hecho lo indecible por aplastar a Vargas, por
pulverizarlo por todas las vías posibles, incluida la violenta, y no han
podido.
Los "hipolitistas" tratan de manera consciente de ignorar
que Miguel domina la estructura y representa a la mitad del partido. El
47% que obtuvo en la votación interna que escogió al candidato
presidencial en marzo de 2011, fue desdeñado por los seguidores de
Mejía, que lo impusieron y no abrieron espacios a la negociación,
cuestión elemental en estos casos y que ha sido la clave del triunfo
electoral del PRD, como aconteció con Guzmán (1978), con Jorge Blanco
(1982) y con el propio Mejía (2000).
Al punto muerto a que ha llegado la crisis, en el que
Miguel no quiere irse y Mejía no puede sacarlo; en el que "los de arriba
no pueden y los de abajo no quieren", al decir de Lenin para
caracterizar una crisis (revolucionaria), el estallido, la fragmentación
de la estructura del PRD, sólo se podría evitar con una convención
nacional pactada, impuesta desde fuera, sobre la base de tres puntos:
1. Acordar una comsión de absoluta imparcialidad para
dirigir el proceso, en la que participen los mediadores y también formen
parte personalidades no perredeístas.
2. Fijar por consenso la fecha de la convención.
3. Depurar el padrón del partido, escrutado y auditado por personas o instituciones de experiencia.
Cada uno de estos tres puntos, a la luz de la rivalidad
actual, son de imposible aplicación, sin que antes las armas, las
diatribas y las descalificaciones cedan el espacio a los sectores y
personas que han mostrado interés de mediación por salvar ese importante
activo de la democracia dominicana, y preservarlo con capacidad y
fuerzas suficientes, y no sólo como una sigla más.
Si los dos sectores insisten en que la razón les asiste,
con un discurso totalmente divorciado de la realidad que vive hoy la
República Dominicana, el Cardenal y todos los sectores que se esfuerzan
en una mediación en la que los protagonistas de la conflagración no
muestran interés, deben prepararse para ver desde las gradas una nueva
división, esta vez profunda y virulenta, del partido del "jacho
prendío".
Habrá PlD para rato
Mientras el PRD pierde confianza y simpatía en la
población, el PLD se fortalece. Los datos de la Gallup publicados la
pasada semana no ameritan mayores comentarios. Un 52% de los consultados
expresó simpatías por el partido de gobierno, y sólo un 22% lo hizo por
el PRD. Datos similares arrojó la Penn & Schoen de octubre del año
pasado, cuando un 48% favoreció al PLD y un 31% al PRD.
La Gallup consigna que el PLD, luego de la Presidencia
de la República y de la iglesia Católica, es la tercera institución más
fuerte del país. Es el partido actualmente en el poder y que ha
gobernado 12 de los últimos 16 años. Súmele su amplio control del Poder
Legislativo, y que la oposición lo acusa de dominar la Justicia, el
poder electoral, la Cámara de Cuentas; en fin, de tenerlo todo en sus
manos.
Y si se echa un vistazo a un hipotético escenario para
el 2016, la Gallup dice que un 82% opina de manera favorable sobre
Danilo Medina, pero como se supone que no habrá reelección, se debe
prestar atención a este dato: Un 75% ve con buenos ojos a Margarita
Cedeño (un 81% entre las mujeres, que es su fuerte). La Vicepresidenta
es un gran activo del peledeísmo, si es que de aquí al 2016, Leonel no
está políticamente en condiciones para volver al cuadrilátero.
La Gallup también dice que Hipólito Mejía concita un 65% de opiniones desfavorables, y Miguel Vargas un 62%.
El que tenga ojos para ver que vea que el panorama pinta morado para rato.
Fuente:Diario Libre
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