SAN JOSE, (AFP).- El presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, se reúne hoy por primera vez cara a cara con todos
los mandatarios de Centroamérica para evaluar la sangrienta guerra
contra el narcotráfico, detonante de la violencia en la región.
Obama llega a comienzos de la tarde procedente de México, tras una
visita de 24 horas centrada en el comercio, la seguridad y las
migraciones, los mismos tópicos de la cita en la capital costarricense.
Sin el peso económico de México, donde Obama acordó con su colega
Enrique Peña Nieto poner al comercio en el centro de la relación
bilateral, Centroamérica espera lograr un mayor compromiso en la lucha
antidrogas y pedir mejores condiciones para sus cinco millones de
migrantes que viven en Estados Unidos.
En su primer viaje a América Latina desde su reelección de noviembre,
el gobernante estadounidense aterrizará en la zona sin conflicto bélico
más violenta del planeta y por donde pasa el 90% de la cocaína que va
de Sudamérica a Estados Unidos, principal consumidor mundial.
Previo a su partida de México, Obama visitó la joya de la cultura de
ese país, el Museo Nacional de Antropología, donde ante una audiencia de
jóvenes destacó los "progresos impresionantes del México de hoy".
"Los mexicanos siguen haciendo valientes sacrificios para la
seguridad de su país (...) y esforzándose por dar una mejor vida a sus
hijos. Es evidente que un nuevo México está surgiendo", subrayó Obama en
un país en el cual la guerra contra el narcotráfico ha dejado unos
70.000 muertos según las estimaciones oficiales.
Cansados de poner los muertos. En la desmilitarizada
Costa Rica, Obama encontrará voces disonantes sobre la política
antidrogas que ha impulsado Washington en la región, donde el crimen
organizado disparó los homicidios a casi 40 por cada 100.000 habitantes,
cinco veces la media mundial y con picos --como en Honduras-- que
duplican aquella aterradora tasa.
Reclaman mayor compromiso. El SICA -que reúne a los
siete países centroamericanos y República Dominicana- reclama a Estados
Unidos un mayor compromiso que vaya más allá de operaciones conjuntas y
conforme a su responsabilidad de principal consumidor en el floreciente
negocio de la droga.
El gigantesco tráfico de armas desde el liberal mercado interno
norteamericano hacia el sur --que da poder de fuego a los cárteles-- es
otro reclamo permanente. "Vamos a pedirle que se centre en
Centroamérica, necesitamos apoyo decidido del gobierno de Estados Unidos
para atacar el enemigo común del narcotráfico, ya que lamentablemente
(...) los países de la región ponemos los muertos en una guerra que no
empezamos", dijo el presidente de Honduras, Porfirio Lobo.
La inesperada propuesta del presidente guatemalteco Otto Pérez de
despenalizar la droga, fue rechazada por Washington y por el resto de
América Central, pero todos acordaron buscar nuevas alternativas a la
guerra frontal.
Los gobiernos del istmo consideran insuficientes los 500 millones de
dólares que Estados Unidos ha destinado desde 2008 para la Iniciativa
Regional para la Seguridad en Centroamérica (CARSI, por su sigla en
inglés). No obstante, el gobierno de Costa Rica ha descartado anuncios
de más recursos debido a los recortes de presupuesto en Estados Unidos.
"Los tiempos han cambiado", dijo el canciller costarricense Enrique
Castillo.
¡El sueño americano! Pérez, Lobo y el presidente
salvadoreño Mauricio Funes planean poner además sobre la mesa la
protección de los inmigrantes centroamericanos. "Llevaremos a la reunión
con Obama (el tema de) la reforma migratoria integral", anunció el
mandatario guatemalteco.
"Me siento optimista con respecto a lograr esta reforma porque es lo
correcto", dijo Obama en México, sobre la iniciativa que impulsó ante el
Congreso para legalizar a millones de inmigrantes indocumentados.
El tema es clave para la región. Cinco millones de centroamericanos
reside en Estados Unidos y cientos de miles de familias viven de las
remesas, que en 2012 alcanzaron los 12.000 millones de dólares,
equivalentes a 7% del Producto Interno Bruto (PIB) regional.
Obama también abordará en la cumbre las relaciones con la región bajo
el Tratado de Libre Comercio (TLC), que desde su entrada en vigor en
2006 elevó el comercio de 34.000 a 61.000 millones de dólares y las
posibilidades de inversión en energías limpias.
Un búnker en la desmilitarizada Costa Rica. En
previsión de la llegada de Obama, desde el jueves tres helicópteros
Blackhawk estadounidenses surcan el cielo de San José, que vivirá 22
horas inusuales con masivos despliegues de seguridad, cierres de calles,
establecimientos comerciales y servicios públicos. Cerca de dos
millares de policías, 180 agentes de inteligencia y 150 oficiales del
tránsito, así como agentes estadounidenses, tendrán a su cargo el
operativo de seguridad.
Periodistas de la AFP contabilizaron decenas de policías que, en
parejas o trios y con fusiles de asalto, custodian los múltiples puentes
de las dos autopistas por las que se desplazará Obama: una entre el
centro y el aeropuerto y otra para ir a su hotel en el suburbio chic de
Escazú donde habitan unos 1.500 estadounidenses. Grupos sociales
anunciaron manifestaciones cerca del Teatro Nacional, una joya
arquitectónica que será la sede de la cumbre.
El comisionado antidrogas y cabeza visible del operativo de Seguridad
por parte costarricense, Mauricio Boraschi, aseguró este viernes que
todo está listo y "podemos dar respuesta inmediata ante cualquier
amenaza. (...) Grupos anarquistas han hecho convocatorias (de
manifestaciones), pero los estamos monitoreando".
Los controles son rigurosos además en el Centro Nacional de Cultura,
donde Obama dará una conferencia de prensa, y en el edificio de la
antigua aduana, donde el sábado se reunirá con empresarios, antes de
partir a Washington al mediodía.
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