GINA, la bailarina del saque mortífero
Written By sajoma36 on jueves, 23 de septiembre de 2010 | 11:07 a. m.
Santo Domingo.-Durante ocho años ella estuvo bailando sobre las tablas de los grandes salones de ballet clásico. Una tarde calurosa de campamento de verano, enamorado de su toque y flacura, el voleibol se la robó. Y valió la pena.
Gina sigue sobre las tablas, a veces sobre un rompecabezas plástico gigante y una malla, también exagerada, que contrasta con su antigua malla-panties y zapatillas de punta que dejó abandonadas por el tenis y la licra, que no exponen su cuerpo con solemnidad, pero han calmado su búsqueda. “Yo era bailarina de ballet clásico y fui un día a un campamento de la Iglesia de Cristo Rey, era un campamento de verano, fui como de hobbies al voleibol, mi primer entrenador fue Quiqui, Pedro de la Rosa, el me daba lo básico, de ahí me envió al club Los Cachorros, donde surgí como novata”, narra sus inicios en el deporte Altagracia Gina Mambrú.
“Aprendí rápido los fundamentos y logré hacer el equipo pre-superior de ese Club, de ahí se dieron unas condiciones para que llegara a las eliminatorias en el Centro Olímpico para hacer el seleccionado infantil y así inició todo esto”.
El cambio parece dramático, pero Mambrú le ha dado otro giro a su vida a través del deporte y se perfila como una de las grandes jugadoras de la actualidad luego de su entrada al equipo nacional superior, con el que ha viajado por el mundo, e incluso, sin ser aún una estelar.
“En realidad estoy haciendo un esfuerzo, estoy jugando fuerte para ser parte del sexteto de lo que es la selección nacional, soy sustituta.
Es una misión más ser estelar, hay que trabajar más para ser estelar porque las veteranas que están ahí por algo están ¿no? Ya cuando tú sustituyes a alguien que está por encima de ti es porque tú has mejorado mucho”, compara la ex bailarina.
Cambio de vida
Gina, de 24 años, es la segunda de una familia de tres hermanos; su gran frustración es haber dejado los estudios, luego de graduarse de bachiller e iniciar la carrera de Administración de Empresa, la cual –al igual que el ballet– tuvo que desestimar para continuar dentro de la cancha.
Martillando bolas a una velocidad asombrosa y recepcionando, se ha ganado la confianza de sus entrenadores y aunque es uno de los más envidiables proyectos del team nacional, ya le ha dado un giro a su humilde familia tras reforzar en la liga de España y Japón.
“Claro, he podido mejorar mi vida, le compré un apartamento a mi mamá, compré un vehículo para mí y sí, hemos cambiado gracias a lo que sé hacer, este es mi trabajo, mi pasión, todo”, afirma con decisión.
La espigada dama de 5 pies y 11 pulgadas está clara en que debe aprovechar el momento y mejorar cada vez.
“En cuanto a mi vida profesional, me ha hecho comprender muchas cosas: que el que trabaja y persevera puede lograr parte del éxito y muchas cosas.
“Soy bachiller, ingresé a la universidad, solo pude ir un mes, pero las responsabilidades que se han presentado me impiden ahora mismo estudiar, pensaba estudiar administración… En el 2007 yo fui a reforzar a España y regresé con una lesión sumamente grave que casi acaba con mi carrera, casi se me rompe un tobillo, estuve un tiempo en baja, en España es muy difícil jugar voleibol, la lesión me afectó en lo emocional y pensé que no podría regresar. Al cabo de un tiempo mejoré bastante y me fui a reforzar a Japón, y ya de ahí para acá vine con una mayor madurez deportiva y fue donde pude cubrir lo que fue una baja en el equipo y ya hasta el sol de hoy, gracias a Dios”, detalla.
Punta de lanza
Dentro de la selección se mira y no se lo cree, pero ha aprendido que es una oportunidad que se le ha dado, el cambio es bastante drástico porque asumió responsabilidades que todavía no había pensado, pero ha desarrollado instintos y especialidades que ya imprime como un sello personal.
El saque, la especialidad de la casa… es como una punta de lanza que arroja a gran velocidad desde atrás de la cancha y que a los adversarios les quema las manos.
“Bueno, yo no pienso en mí, muchas veces ni en lo que estoy haciendo, todo tiene que ir por el bien del equipo, hay que hacerlo por el país, por la selección, no por uno”, asegura.
Sin importar la posición, siempre está disponible, pero si tiene la posición de opuesta a Gina le parece una fiesta, como le hacía sus amigas cuando entraba a cancha en los torneos barriales.
¿Dónde está mi Palito, dónde está?, ¡Olé, olé, oleeeé ¡Palito, Palito…!, para entonces era un grito de guerra.
Hoy día escucha la necesidad de triunfo para el país, como cuando Puerto Rico amenazaba en julio pasado con llevarse la medalla de oro luego de aventajar en el marcador a la República Dominicana en los Juegos Centroamericanos Mayagu¨ez 2010.
Palito vino desde la banca y con su saque le dio 7 puntos consecutivos a su equipo para tomar el camino del triunfo y la conquista de la medalla de oro.
“No, realmente no pensé en mí, sino en la responsabilidad de hacer las cosas que nos lleven a ganar”, dijo, aunque su hazaña se convirtió en una marca regional para el evento.
El futuro
La selección nacional está en su mejor momento, a juicio de su opuesta sustituta. “Tenemos unos entrenadores muy parciales, ellos dan oportunidades, no importa que tú tengas 10 u 11 años, si quieres jugar voleibol te dan la oportunidad, tenemos unas cinco juveniles, y tal vez más, y están jugando fuerte y pueden hacer el equipo, creo que tenemos equipo por muchos años, porque así como nostras podemos hacer el trabajo, lo pueden hacer ellas.
“Eso es muy importante porque así el equipo se puede rotar, a una competencia va este grupo, a la otra competencia va otro, eso no se había hecho aquí… Antes eran las mismas seis, las mismas siete, entraba una o dos, pero las que jugaban más eran esas… Ahora tenemos un verdadero equipo, el dolor de cabeza es escoger porque hay demasiado jugadoras con nivel”, explica.
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