El bicentenario del natalicio del patricio
es el reto de estos días, no se trata de cualquier cosa. Claro, hay una
Comisión Oficial que no hará más que una misa o Tedeum, una ofrenda
floral y un acto formal. Y Duarte es más que eso. Duarte es un desafío a
todo lo existente.
La celebración debe llevarnos a reflexiones profundas sobre la
vigencia del pensamiento duartiano, a la necesidad de asumir sus ideas y
ejemplo. Mientras muchos piensan que “E PA LANTE QUE VAMOS”, la patria
agoniza.Se impone un 2013 de reflexiones profundas, de una celebración
alternativa, de compromiso con la soberanía nacional.
Por supuesto, Duarte va más del 26 de enero, comprende 27 de febrero,
16 de julio y 16 de agosto, es 14 de junio, pero también es noviembre y
Las Manaclas, es Abril, Caracoles y el Coronel; Juan Pablo es cada día,
es presencia contra la Cementera en Los Haitises, es La Vega por Loma
Miranda, es Cotuí contra la barrick Gold, Duarte es presencia juvenil
contra una Base USA en la isla Saona.
Es desde esa perspectiva que debemos asumir su ideario, su ejemplo, su nombre, su verticalidad nacionalista.
Las ideas en Duarte
Es un convencido de la independencia, de la soberanía nacional, sin
mediaciones; y así lo proclama en el lejano 16 de julio de 1838 desde el
Juramento Trinitario: “…a la separación definitiva del gobierno
haitiano y a implantar una República libre y soberana e independiente de
toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana”.
Y en ese empeño nunca cedió un ápice, de ahí que en julio de 1844 se
pronunció contra el protectorado francés y la cesión a esa potencia de
la Península de Samaná, e igual dice: “si después de veinte años de
ausencia he vuelto espontáneamente a mi patria a protestar con las armas
en la mano contra la anexión a España… no es de esperarse que yo deje
de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré
siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi patria a los Estados
Unidos, sino contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más
mínimo nuestra independencia nacional y a cercenar nuestro territorio o
cualquiera de los derechos del pueblo dominicano”.
Este texto de Duarte recoge su firme posición anticolonial y
antiimperialista, su vertical y radical nacionalismo. Y es claro que si
habitara físicamente entre nosotros hubiese estado presente en la lucha
contra la cementera en Los Haitisis, e igual en cada una de las jornadas
en defensa de Loma Miranda, así como en los reclamos de fuera la
Barrick Gold.
Y como fue el primer dominicano en rendir cuenta al Tesoro, cuando
recibió mil pesos para la campaña militar del sur y devolvió 827 pesos,
por supuesto estuviera en cada plaza con los jóvenes reclamando no más
corrupción, no más impunidad, cárcel a los corruptos. Pero su espíritu y
ejemplo dicen presentes en todas las jornadas de lucha por una “nación
digna de mejor suerte”.
Un hombre de profundas convicciones democráticas, las que dejó
plasmadas en su proyecto de constitución: “La nación esta obligada a
conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad
personal, civil e individual, así como la propiedad y demás derechos
legítimos de todos los individuos que la componen; sin olvidarse para
con los extraños, a quienes también se les debe justicia, de los deberes
que impone la filantropía”.
* Las leyes deben proteger la libertad personal, esencia de la democracia.
* “Sin olvidarse con los extraños” es una expresión de su visión
amplia y humanista de la democracia, es que la ley debe proteger a todo
ser humano, sea o no nacional, que radique en el territorio de la
República.
Pero sus ideas democráticas quedan trazadas con mucho más
autenticidad y radicalidad cuando nos dice: “La religión predominante en
el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin perjuicio de
la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no
contrarias a la moral pública y caridad evangélica”.
o Retoma el tema de la libertad, ahora con mayor fuerza, pues le
agrega la palabra conciencia, el derecho a pensar diferente; es claro
que se trata de un pensador liberal, y aboga por la tolerancia.
o En este texto reconoce y defiende la diversidad, pero afianzadas
en valores, por eso dice “no contrarias a la moral pública”.
Estamos ante un referente ético, democrático, que predicó con el
ejemplo, por eso lo que para algunos analistas es su debilidad, para mi
constituye su fortaleza, pues actúo de conformidad a su pensamiento;
Duarte no debía jamás actuar como sus contrarios o verdugos porque
entonces se igualaba a ellos. De ahí su pureza en el ideal y su grandeza
al actuar tal como predicaba.
La cultura de la montonera, del caudillo fuerte, del jefe
político-militar que en aras del poder hace “lo que sea” ha dominado el
discurso político y de la política, de ahí que ver la pureza y la
verticalidad de acción de un hombre como Duarte lo asimilen a debilidad
cuando en realidad es grandeza.
Es como admitir que en política todo se vale, dándole la razón a
Maquiavelo, Balaguer y Leonel de que el fin justifica los medios.
Y Duarte, desde la pureza de un ideal y del convencimiento de las
reglas de la democracia, en la que creía, no aceptó la presidencia de la
República que Mella le ofreció en el Cibao y que los pueblos de La
Vega, Santiago, Espaillat, Puerto Plata acogieron, proclamándolo como
tal, y sin embargo el patricio planteó que debía celebrarse un proceso
electoral en el que Pedro Santana y él se midiera para obtener la
voluntad del Soberano. Es el primer civilista del país.
Duarte, el estratega militar
Desde un principio fue un convencido de la vía militar para conseguir
la Separación de Haití y consecuentemente proclamar la independencia de
la patria y constituir una nación libre y soberana que se denominaría
República Dominicana. De ahí que en sus maletas, al regreso al país,
vinieran libros sobre el arte de la guerra y el manejo de las armas.
El temple fuerte de Duarte queda manifiesto en su determinación de
trabajar para educar, organizar y estructurar un partido (con su
estamento militar) desde que pisó suelo patrio en el 1832, sin haber
cumplido los veinte años de edad.
Trabajar para ese ideal, bajo un gobierno (y un ejército) de
ocupación es tarea de gigante, de hombre con valor y determinación; pues
es claro que su vida y las de sus familiares más cercanos corrían
graves riesgos.
Y su condición de estratega militar queda demostrada cuando decide
enrolarse en el ejército haitiano, de ocupación, en el año 1834, con el
propósito de conocer el manejo de las armas y las interioridades del
propio ejercito que sojuzgaba la patria.
Y en ese interés influye en los demás jóvenes para que se incorporen
al servicio militar, pues sabía que el desenlace era violento, dado que a
un ejército de ocupación no se le saca del territorio ocupado con
poesías ni proclamas, sino con astucia, plomos y adecuadas estrategias
militares.
Por eso asumió la conducción del partido duartista con la condición o
rango de general y otorgó rangos menores a los demás, de acuerdo a su
capacidad militar y nivel de compromiso en el proyecto independentista:
Pina, Pérez, Sánchez, Ravelo y Mella son designados coroneles.
Además demuestra una capacidad organizativa impresionante, pues
estructura el partido en células de tres, clandestinas, que debían
multiplicarse y que los nuevos integrantes no se conocieran directamente
para asegurar la continuidad de la estructura partidaria ante cualquier
delación o que el enemigo los detectara. En esto se adelanta 74 años al
maestro ruso Vladimir Lenin cuando funda el Partido Bolchevique en
1905, mientras que Duarte funda el nuestro en 1838, diez años antes de
que se publicara el Manifiesto Comunista.
Como estratega militar se da cuenta de la conveniencia de pactar con
los desafectos haitianos al régimen de Boyer, los llamados Reformistas,
pues eso le facilitaba las cosas al salir de una dictadura férrea y
generar o profundizar las contradicciones entre los haitianos, lo cual
debilitaba a los dominadores. Y envía a Ravelo a Puerto Príncipe para
pactar con los reformistas, quien no consigue el objetivo, entonces
designa a Mella en esa tarea, quien logra el propósito.
Es conocida la escaramuza militar encabezada por Duarte en la Plaza
de Armas el 27 de enero del 1843, hoy Parque Colón. Y luego su retirada
táctica a San Cristóbal donde conquista al coronel Esteban Roca;
organizó las tropas al mando del general Etienne Desgrottes, Duarte como
coronel y segundo al mando y vino a la ciudad logrando imponer la
rendición del general Alexis Carrié.
Y cuando tuvo que ir a Sabana Buey para junto a Santana repeler las
incursiones del ejército haitiano elaboró un plan de ataque, que según
Acosta Piña, “consistía en un audaz desembarco en la costa azuana
ocupada por los haitianos, para tratar de sorprender el cuartel general
haitiano, en Azua, poniendo en peligro la retaguardia del ejército
contrario”. Punto desde el cual los haitianos quisieron forzar el cruce
de Sabana Buey donde estaba el aguerrido Antonio Duvergé, que nunca
permitió el paso de las tropas haitianas, mientras Santana acampaba en
Baní.
Teniendo Duarte otra propuesta militar, la que consistía en cruzar
las estribaciones de la Cordillera Central, por Constanza, con un buen
contingente militar encabezado por él y caer en el valle de San Juan de
la Maguana para cerrar el paso a la retaguardia haitiana cuando fuera
atacada de frente por Azua, desde Sabana Buey.
Es decir que sus cualidades como estratega militar quedaron
demostradas, pero las contradicciones con Santana, quien siempre quiso
vender la idea a la Junta Central Gubernativa de que no podríamos vencer
a los haitianos para obligarla al protectorado francés, cediendo la
Bahía de Samaná, a los que Duarte se opuso siendo vocal de la misma;
hecho que acentuó las contradicciones y llevó a Duarte a ordenar el
golpe de estado en la propia Junta y gracias a las traiciones terminó
Santana saliéndose con las suyas.
Pero igual en el año de 1864 Duarte vuelve a demostrar su
determinación de tomar las armas en aras de restaurar la independencia y
nos dice: “si después de veinte años de ausencia he vuelto
espontáneamente a mi patria a protestar con las armas en la mano contra
la anexión a España llevada al cabo a despecho del voto nacional por la
superchería de ese bando traidor y parricida, no es de esperarse que yo
deje de protestar (y conmigo todo buen dominicano) cual protesto y
protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi Patria a
los Estados Unidos, sino a cualquiera otra potencia de la tierra, y al
mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más
mínimo nuestra independencia nacional y cercenar nuestro territorio o
cualquiera de los derechos del pueblo dominicano”.
Volver con las armas en la mano es propio de un hombre decidido, de
valor y que sabe de qué habla y porqué lo hace, incorporando al propio
tiempo en este texto su impronta antiimperialista.
Y el 21 de abril del 1864, en carta a Ulises Espaillat, le dice: “El
deseo de participar de los riesgos y peligros que arrostran en los
campos de batalla los que con las armas en la mano sostienen con tanta
gloria los derechos sacrosantos de nuestra querida patria…”.
Es ese el Juan Pablo Duarte al que debemos la patria y es ese hombre
inmaculado, decidido, lleno de amor por la causa de su pueblo,
desprendido en aras de un ideal al que le conmemoramos el bicentenario
de su natalicio. Y sobre todo es ese hombre de carne y hueso al que nos
inclinamos para reverenciar y quien debe ser siempre la fuente
inagotable de inspiración para zurcir las graves heridas de la patria
que le han sido causadas por los Pedro Santana y Buenaventura Báez de
siempre.
Fuente: Matense.net
Hola,
ResponderEliminarMe llamo Liliana Costa y soy una redactora freelance que colabora con una de las principales webs de avisos de República Dominicana.
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Le agradezco de antemano su respuesta y le deseo un buen día.
Atentamente,
Liliana Costa