Precedentes legales estadounidenses de los crímenes de abuso sexual del clero y de los Jerarcas que los ocultan (*)
La condena de Monseñor J. Lynn el 24 de julio del 2012 a un máximo
de seis años de prisión en Filadelfia posiblemente cambie el rumbo de la
historia de la Iglesia Católica de encubrir con impunidad curas y
religiosos pederastas y depredadores sexuales. Otros Obispos han sido
condenados anteriormente por abusar de menores, pero el caso de Monseñor
Lynn sienta un precedente para la Justicia estadounidense y manda una
inequívoca señal a todas las sociedades de que los sacerdotes
depredadores no son los únicos culpables.
Este cambio no proviene del seno de la Iglesia. Es el resultado de
los avances de la ciencia y de constituciones fundamentadas en leyes
legitimadas por derechos humanos seculares. Pero sobretodo, es el
resultado de una población que está dispuesta a exponer a la luz del sol
a los culpables de crímenes contra los inocentes. Es un llamado a
escudriñar la raíz de los abusos sexuales de menores que se ha destapado
en país tras país al interior de una institución con una estructura de
poder constituida por hombres célibes que se atribuyen el adjetivo de “sociedad perfecta”, de poseer la verdad, y de actuar por encima de la Ley.
Monseñor Lynn personalmente no abusó sexualmente de nadie. Durante
11 semanas el jurado repasó 2,000 documentos de archivos secretos de la
iglesia; estos mostraban como los sacerdotes acusados de violación eran
trasladados de una a otra parroquia. Escucharon 60 testigos y cerca de
dos docenas de alegadas víctimas, antes de declarar culpable a Monseñor
Lynn de exponer al peligro de depredadores sexuales a niñas y niños
durante los 12 años (1992-2004) que fungió como consejero del Cardenal
Anthony J. Bevilacqua en asuntos de abusos sexuales de sacerdotes. Este
último murió el pasado enero, motivo por el cual no fue sentenciado.[1]
No es casual que la Justicia de los Estados Unidos sea la primera en
condenar a un miembro de la Jerarquía Católica por esconder los delitos
de sus sacerdotes y por poner en peligro a su población más vulnerable.
Estados Unidos es el país donde primero se escucharon las voces de
familias valientes que lucharon contra las presiones de su iglesia y
llevaron los casos de sus niños violados ante un jurado.
A continuación he seleccionado presentar dos casos de abusos sexuales
en los Estados Unidos porque crearon precedentes dentro y fuera de los
Estados Unidos. La fuente es el libro del reconocido reportero Inglés
David Yallop, “Más allá de la creencia: La iglesia Católica y el escándalo de los abusos sexuales de niños” (2010, traducción libre).[2]
El caso de Rita Milla en 1984. La historia oculta de
pedofilia y acoso sexual comenzó a conocerse por primera vez con el
caso de Rita Milla en 1984 en el estado de California. Rita fue acosada
por primera vez en el confesionario por el Padre Santiago Tamayo de la
diócesis de Los Ángeles; tenía 16 años y pensaba entrar al convento.
Como guía espiritual, el sacerdote la instruyó repetidamente: “Dios quiere que mantengas a sus sacerdotes contentos (happy)….es tu deber.”
Cuando Rita cumplió los 18 años en 1979 mantenía relaciones sexuales
con el cura. Más tarde, el Padre Tamayo presionó a Rita para que hiciera
felices a los otros sacerdotes. Uno a uno, Rita terminó “contentando” a
los siete sacerdotes de la Iglesia de Santa Filomena, y en 1980 Rita
quedó embarazada sin saber de cuál, pues ninguno previno el embarazo.
Para esconder el embarazo, entre los siete sacerdotes le dieron a
Rita 450 dólares y la pusieron en un avión con destino a una diócesis en
las Filipinas, instruyéndola para que dejara el bebé en adopción. Su
familia que ignoraba el acoso sufrido por su hija, fue informada que
Rita iría a Filipinas a estudiar enfermería. Cuando llegó el momento
del parto Rita casi muere de complicaciones, se comunicó con su familia
que descubrió la verdad en ese momento y la trajo de regreso a los
Estados Unidos con su bebé.
El Arzobispo Abaya de las Filipinas prometió a Rita ayuda monetaria
para el mantenimiento y educación de su niña. Cuando la ayuda no se
materializó, Rita se comunicó con el Obispo Ward, de la diócesis de
California quién tampoco la ayudó. Rita y su madre iniciaron la
histórica demanda de “mala práctica clerical”, pero el caso fue
obviado por la corte por haber transcurrido el tiempo límite de un
año. Rita y su madre querían hacer su caso público como advertencia a
otras jóvenes y su abogada Gloria Allred convocó una rueda de prensa.
Fue en ese momento que se conoció que los siete sacerdotes habían
desaparecido. La arquidiócesis de Los Ángeles le pidió que abandonaran
el país hasta nuevo aviso; hecho conocido en 1991 cuando el mismo ex
-Padre Tamayo, con remordimiento y casado con otra mujer, lo hizo de
público conocimiento. Las cartas confirmaron las partidas de dinero
enviadas por la Arquidiócesis, no a Rita, sino a sus abusadores en las
Filipinas. En 1988 Rita recibió 20,000 dólares para su bebé. Años
más tarde, la hija de 21 años de Rita, supo el nombre de su padre
biológico a través de una prueba de paternidad ordenada por la corte.
El caso de Rita Miller no tuvo la resonancia necesaria para cambiar
la política de la Iglesia Católica debido a que no pudo ser llevado a
tiempo a los tribunales. La política de ocultamiento continuó hasta
que el Padre Gilbert Gauthe fue condenado por el Gran Jurado en un
tribunal de Louisiana.
Los abusos sexuales del Padre Gilbert Gauthe. La
vocación del padre Gilbert Gauthe fue la de abusar de monaguillos en la
parroquia Henry, de Vermilion. Louisiana. Su exposición data de 1983
cuando un niño de 9 años le confesó a su madre que Dios no lo amaba
porque había hecho “cosas malas”. Lentamente y con pena el niño relató
los secretos que compartía con el Padre Gauthe quien lo abusaba
sexualmente desde que tenía 7 años de edad. David Yallop (2010) relata
como el padre Gauthe también había abusado de sus dos hermanos mayores y
se estimaba que había abusado más de 100 niños en cuatro parroquias,
algunos de ellos violados individualmente cientos de veces.
La Jerarquía Católica conocía la adición del Padre Gauthe desde el
1970 y respondía con la misma receta: asignarlo a otra parroquia sin
advertir a la feligresía que estaban recibiendo un depredador sexual. La
única manera que los padres de niños abusados por el Padre Gauthe
descubrieron el delito fue cuando un niño que admitió ser abusado le
relató a sus padres los nombres de otros niños también abusados.
Dentro de una comunidad pequeña, la lista comenzó a crecer. Fue de esta
manera que Glenn y Faye Gastal supieron que su hijo había sido violado
por el Padre Gauthe.
Cuando fue confrontado en el verano de 1984, Gauthe no negó nada.
Lloró y pidió que lo mandaran a un centro de rehabilitación. Dijo que
necesitaba ayuda, aunque Yallop anota que nunca mencionó la ayuda
desesperada que necesitaban sus víctimas. Finalmente, Gauthe firmó una
declaración de suspensión y se le anunció a la parroquia que el Padre
Gauthe había sido removido por motivos de salud.
La iglesia Católica en Louisiana hizo lo imposible por evitar que el
caso fuese conocido en los tribunales. El Arzobispo Phillip Hannan y el
resto de la Jerarquía, Monseñor Richard Mouton y el Obispo Frey,
iniciaron una campaña para presionar al abogado católico de varias
familias, Paul Herbert, y convencer a los padres de nueve víctimas
para que abandonaran su posición de llevar los casos a los
tribunales. En octubre de 1984 un Jurado observó los videos de
testimonios de 11 niños de 9 a 17 años de edad y dieron su veredicto de
34 cargos: 11 cargos por crímenes grave contra natura, otros 11 cargos
por cometer actos sexuales inmorales, otros 11 cargos por tomar fotos de
jóvenes pornográficas, y un solo cargo por violación grave- la
sodomización de un niño menor de 12 años de edad. Este ultimo lleva una
pena de cárcel de por vida. El juicio se fijó para el 11 de octubre.
El Vaticano presionó al consejo de defensa y finalmente todas las
familias excluyendo a los Gastal negociaron la sentencia con el juez:
Gauthe aceptaría su culpabilidad a todos los cargos y sería sentenciado a
20 años sin parole. Como los padres eran devotos creyentes fueron
convencidos de que un arreglo en secreto era mejor para todos los
involucrados y se lograba salvar la imagen de la Santa Madre Iglesia.
En junio de 1984, después de 6 meses de negociaciones, fue acordado
entregar a seis familias con nueve víctimas 4.2 millones de dólares, de
la cual los abogados tomaron 1.3 millones y varios expertos en medicina
otra suma.
Pero los obispos no contaron con la valentía y tenacidad de Glenn y
Faye Gastal y su pequeño de nueve años. En agosto de 1984, Glenn y Faye
Gastal fueron a su primera entrevista televisiva. A pesar de que la
Secretaría de Estado del Vaticano presionó a su nuncio en los Estados
Unidos y al Arzobispo Hannan en Nueva Orleans para prevenir que el Padre
Gauthe llegase a los tribunales, no lo lograron. Glenn y Faye Gastal
consideraron que la supresión implicaba tratar las víctimas como
criminales y enfrentaron al pederasta y sus encubridores ante un Gran
Jurado y una prensa internacional.
Antes de la condena del Padre Gauthe, 1985-1986, las alegaciones de
abusos sexuales públicos eran raras porque el sistema de encubrimientos
funcionaba. Un juicio público a un sacerdote era algo inimaginable. La
acción de los Gastal sentó un precedente y los escándalos llevaron a la
Jerarquía de los Estados Unidos a lograr del Vaticano permiso para
aplicar procedimientos de lo que clasificaron como “tolerancia cero”:
llevar los depredadores sexuales a los tribunales y poderlos destituir
de su investidura eclesial sin necesidad de un juicio previo por el
Vaticano.
Pero estas medidas no se transfirieron automáticamente a otros
países. El sistema de encubrimiento funcionó con la aprobación de Juan
Pablo II. Su reacción a los juicios de sacerdotes pederastas en los
Estados Unidos fue de qué se trataba exclusivamente “de un problema americano”
y que debía de manejarse con discreción—es decir, continuar escondiendo
los crímenes. Pero los hechos contradijeron esta posición, país por
país.
El sistema secreto y sus efectos. La Iglesia
Católica ha querido presentar sus depredadores sexuales como casos
aislados, propios de cualquier grupo social. Juan Pablo II lo atribuyó a
la “sociedad moderna”. En ocasiones, el mismo Benedicto XVI
ha atribuido los casos de abusos sexuales a exageraciones de los medios
de comunicación y ha intentado disculparse por NO haber actuado cuando
dirigía como Cardenal Ratzinger, la Oficina de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
alegando que carecía de autoridad para enfrentar los casos de abusos
sexuales antes del 2001. La investigación del New York Times revela
como la oficina que él dirigía tenía autoridad para hacerlo 80 años
antes desde 1922.[3]
En el 2010 la Congregación para la Doctrina de la Fe
modificó el documento del 2001 que, bajo la apariencia de endurecer las
penas, empeora la situación al calificar como delitos graves y punibles
al mismo nivel que la pederastia la ordenación de las mujeres al
sacerdocio, la apostasía, la herejía, y el cisma. En otras palabras,
intentar ordenar una mujer es una ofensa sexual, un sacrilegio, un
escándalo comparable al abuso sexual de un niño, como ha destacado la
teóloga feminista Rosemary Redford Ruether. [4]
Uno de los principales documentos en la historia reciente de abusos
sexuales data de 1962 con el aval del pontífice Juan XXIII. En esencia
es un manual de procedimientos a seguir en casos de violaciones sexuales
que fue distribuido entre cardenales y obispos bajo el título “Instrucciones sobre la Forma de Proceder en Casos de Solicitación”
(traducción libre). Fue conocido cuando los abogados civiles de
víctimas de abusos sexuales de sacerdotes en los Estados Unidos, lo
entregaron a la prensa, y usaron en la defensa como evidencia de "un plan para la decepción y el ocultamiento". En Europa fue difundido por la BBC del Reino Unido.[5]
David Yallop analiza el manual de 1962 para mostrar como el Vaticano
no ha escatimado esfuerzos para mantener los crímenes sexuales bajo
total secreto. La víctima tiene 30 días para presentar su caso, de no
hacerlo, recibe excomunión automática. El alegado depredador sexual
podía ser transferido a otra asignación a menos que el Ordinario
encargado lo prohibiese. Ambos, el sacerdote y su víctima son ordenados
a “silencio perpetuo”, bajo pena de excomunión. “El juramento de guardar el secreto deben de darlo en estos casos los que acusan, los que denuncian al sacerdote, y los testigos,”
(traducción libre). Adicionalmente, el documento implícitamente
reconoce que errores, vicios, depredación, inmoralidad, y
comportamientos viles y viciosos son propios del rebaño, y nunca de los
pastores.
Según Yallop, en el 2010, todavía funcionaba el sistema secreto en
Italia, España, Polonia y Alemania. Pero nuevas revelaciones a través
de toda Europa han diezmado las filas y los bolsillos del catolicismo
contemporáneo. La situación es otra en la mayoría de los países de
América Latina, África y algunos países asiáticos; dado que los
gobiernos no tienen la institucionalidad necesaria para enfrentarse a la
iglesia Católica cuyos clérigos todavía se consideran estar por encima
de la Ley.
En síntesis, las evidencias señalan que las causas de los abusos
debemos encontrarla en la misma estructura de la Iglesia Católica y en
la cultura de poder y ocultamiento que la acompaña. Esto lo expresa
elegantemente el laureado autor Vargas Llosa: “La diferencia entre
hoy y ayer en materia sexual, dentro de la Iglesia Católica y fuera de
ella, no es de comportamiento. Este no puede haber variado mucho porque,
aunque hayan cambiado muchas costumbres y creencias, las pulsiones, los
instintos, los deseos y las fantasías que animan la vida sexual siguen
siendo los mismos. La diferencia es de publicidad. Antes, los
escándalos podían ser ocultados y los pedófilos y acosadores sexuales
salirse con la suya, como sigue ocurriendo todavía en las sociedades
cerradas y sometidas a la dictadura religiosa.
En las sociedades abiertas ello ya no es posible, porque la
libertad ha ido abriendo todas las puertas y haciendo que lo que antes
permanecía tapado y escondido se ventile a plena luz y llegue a los
diarios, las pantallas de televisión y los tribunales. La verdad que se
hace pública gracias a ello no concierne solamente a una realidad
institucional, a los pequeños dramas y escándalos que tienen como
escenario a la Iglesia Católica. Concierne a una verdad sobre el ser
humano en general y a la identidad sexual de las personas, una identidad
mucho menos rígida y unidimensional de lo que enseñaba la doctrina y
mucho menos dócil a las enseñanzas pastorales de lo que la Iglesia
sostiene.”[6]
[1] Ver. Joan Hurdle y Erik Eckholm. Archbishop’s Aide Guilty of Endangerment in Abuse Case.
THE NEW YORK TIMES, Junio 22, 2012. . La condena del 24 de julio
fue publicada en los principales periódicos estadounidenses. http://www.nytimes.com/2012/06/23/us/philadelphias-msg-william-j-lynn-is-convicted-of-allowing-abuse.html?pagewanted=1&_r=1&hp
[2] David Yallop (2010). Beyond Belief: The Catholic Church and the child Abuse Scandal. Londres: Constable. Autor de En el Nombre de Dios y The Power and the Glory.
[3]
Ver el documento de 12 páginas basado en la investigación del New York
Times (Laurie y David Halbfinger, julio 1, 2010). La oficina que dirigía
el Cardenal Ratzinger, la Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición) recibió la autoridad para manejar
los casos de abusos sexuales no a través de una Carta Apostólica
enviada por Juan Pablo II en el 2001, sino unos 80 años antes, en 1922.
http://www.nytimes.com/2010/07/02/world/europe/02pope.html?pagewanted=5&_r=1&ref=romancatholicchurch
[4] Juan José Tamayo. Silencios ominosos, condenas inmisericordes. Periódico El país, agosto 14, 2010 http://elpais.com/diario/2010/08/14/opinion/1281736812_850215.html
[5] Ver críticas de documento publicado el 17 de agosto del 2003 por la BBC del Reino Unido y las alegaciones de la Iglesia. http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/3157555.stm
[6] Mario Vargas Llosa, El Pecado Nefando. Periódico LA NACIÓN, Buenos Aires el 17/8/2003 cuando Joseph Ratzinger aún no había sido nombrado Papa.
Fuente:acento.com.do
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